La conducta operante
comprende las ejecuciones cuya frecuencia se incrementa por reforzamiento. Las
ejecuciones operantes se contraponen a las reflejas en que el medio produce un
cambio dentro de un organismo. En términos generales, un operante se refiere
más bien a toda una clase de conductas porque toda una variedad de ejecuciones
producirán el mismo reforzador. Siendo así ejecución operante designaría un
caso concreto de ejecución, mientras que operante señalaría, una clase de
ejecuciones. Podríamos decir que las diversas ejecuciones son funcionalmente
equivalentes, pues con el mismo reforzador se incrementaría la frecuencia de
todos los miembros de la clase de operante.
El condicionamiento
operante pone al sujeto en una situación en la que alguna de sus conductas
provoca la aparición de un refuerzo;
como consecuencia de la presencia del refuerzo se produce en el sujeto una
modificación en la probabilidad de la emisión de dicha conducta. Con el
condicionamiento operante, el animal aprende a conseguir algo -eliminar una
situación perjudicial, obtener algo beneficioso… La efectividad de éste
condicionamiento es tal que el sujeto no sólo aprende a responder ante una
nueva situación con una conducta que formaba parte de su repertorio anterior,
sino que también le puede permitir obtener un nuevo repertorio de conductas. El
adjetivo “operante” se emplea para caracterizar este tipo de condicionamiento
porque, y a diferencia del “condicionamiento
clásico“, el sujeto interviene u “opera” en el medio, lo
modifica y este reobra sobre el organismo: si los resultados de la acción del
sujeto son “adecuados” (en la versión más mentalista diríamos: “placenteros”),
la conducta se aprenderá, siendo más probable que se emita de nuevo en las
mismas circunstancias; si los resultados de la acción no son “adecuados”(son
“desagradables”) dicha conducta tenderá a desaparecer del sujeto. Atendiendo al
tipo de refuerzo el condicionamiento operante puede ser de refuerzo
positivo, de refuerzo
negativo, castigo,
u omisión.
SKINNER (1.904-1.990)
quien dio un mayor impulso al modelo conductual, a partir de los años 40-50 con
su teoría del Análisis Funcional de la Conducta, y su teoría sobre el
Condicionamiento Operante, introduciendo conceptos y términos actualmente
vigentes como los de refuerzo, extinción, castigo, etc...
-Este enfoque está
centrado, en primer lugar, en el estudio de la conducta externa o manifiesta y
en las relaciones funcionales de ésta con los estímulos del medio (tanto antecedentes
como consecuentes de la misma). De esta forma podemos obtener una descripción y
explicación tanto del desarrollo, como del mantenimiento y modificación de la
conducta humana, tanto de la normal como la anormal.
-El modelo apuestas por
la conducta como actividad medible y cuantificable, centrando su atención, más
específicamente sobre la conducta manifiesta y relegando los procesos o
manifestaciones cognitivas (aun sin negar su existencia) por no considerarlos
susceptibles de ser estudiados experimentalmente ni apropiados para lograr uno
de sus objetivos básicos: la constitución de una ciencia de la conducta. De
este modo se sostiene que los procesos cognitivos no ejercen un efecto causal
sobre la conducta, sino que, por el contrario, son el producto de ella. La
conducta humana está controlada por las influencias exteriores del medio, si
bien, también se admite la influencia de factores genéticos o hereditarios.
-El estudio psicológico
debía, pues, basarse, según Skinner en el análisis experimental de la conducta,
centrado en el estudio intensivo de casos únicos, en lugar del establecimiento
de comparaciones estadísticas entre grupos.
Algunos conceptos de
los métodos operantes:
A continuación se exponen algunos de los
términos más utilizados en la modificación de conducta. Todas estas técnicas
van encaminadas a establecer las conductas que deseamos pero también a eliminar
o minimizar la ocurrencia de las disruptivas.
Como se ha comentado
antes, éstas técnicas se centran en el aquí y ahora, en el análisis de
conductas manifiestas y formulando hipótesis funcionales acerca de sus causas.
Son buenas herramientas para tratar síntomas y aspectos conductuales concretos
en población infanto-juvenil, sin perjuicio de que ante ciertas patologías se
requiera un abordaje más profundo.
1- Condicionamiento
Operante:
Es un procedimiento por
el que se busca aumentar la probabilidad de una respuesta al ser seguida ésta
por un reforzador (positivo o negativo). El Condicionamiento Operante o
instrumental es distinto al condicionamiento clásico o pauloviano ya que éste
último consiste en aumentar la probabilidad de que un determinado estímulo
provoque una respuesta al emparejar ese estímulo con uno que ya provoca esa
respuesta (reforzadores primarios: comida, agua, etc...).
2- Reforzador:
Cualquier estímulo que
aumente la probabilidad de una respuesta a la que le sigue temporalmente. No
está especificado el tiempo que tiene que tardar el reforzador en seguir a la
respuesta con el fin de aumentar su probabilidad de ocurrencia; sin embargo,
normalmente se supone que la efectividad de un reforzador decae rápidamente
conforme aumenta el tiempo que transcurre entre la respuesta y el reforzador.
a) Reforzador positivo:
es cualquier estímulo cuya presentación después de una respuesta aumenta la
probabilidad de esa respuesta. Por ejemplo el halago verbal o la entrega de
algún premio físico (juguete, "chuches", fichas intercambiables por
regalos, etc...) son reforzadores positivos ya que aumentarán la probabilidad
de aparición de las conductas deseadas (hacer los deberes, portarse bien,
etc...). A veces el reforzador positivo puede ser, en niños pequeños, el
conseguir la atención del adulto, aunque sea de una forma inadecuada (gritos,
pataletas, lloros...).
b) Reforzador negativo:
es cualquier estímulo cuya eliminación después de una respuesta aumenta la
probabilidad de esa respuesta. Normalmente se trata de un estímulo aversivo o
no deseado que no se presenta si se produce la respuesta adecuada. Una
respuesta que ha sido reforzada por un reforzador negativo se denomina a menudo
respuesta de escape, porque proporciona un escape al reforzador negativo. Por
ejemplo, podemos escapar de los sonidos molestos de un equipo de música muy
ruidoso desconectándolo, o un niño puede evitar un castigo más severo por algo
que ha hecho mal, si lo explica a sus padres sin mentir y mostrándo
arrepentimiento.
3-Reforzamiento:
Consiste en presentar
un reforzador positivo o eliminar un reforzador negativo, inmediatamente
después de una respuesta. Se dice que la respuesta ha sido reforzada (ver
técnica "economía de fichas").
4- Castigo:
El término castigo se
refiere a una clase de situaciones en las que existe una contingencia positiva
entre la respuesta y un estímulo desagradable. Si el sujeto efectúa la conducta
recibe el estímulo aversivo. Por ejemplo, un profesor puede suspender a un
alumno por un mal examen o una madre reñir a su hijo pequeño por correr por la
calle. Todas estas consecuencias negativas y contingentes a la aparición de la
conducta no deseada tienden a reducirlas.
El castigo, pues, se
produce por la aparición contingente a la conducta no deseada de un estímulo
aversivo (reprimenda, suspenso, expulsión, etc...), pero también puede
aplicarse mediante la retirada de un reforzador positivo (ver "coste de la
respuesta"). Así a un niño se le puede castigar dejándole sin poder hacer
alguna actividad de su interés (salida con amigos, juegos ordenador, etc...).
Este último sistema siempre es más aconsejable.
Otros tipos de castigo:
Otros tipos de castigo:
La Sobrecorrección.
Consiste en pedir a un
individuo no sólo que rectifique lo que ha hecho mal, sino que corrija los
efectos de la falta. Por ejemplo un niño que se ha metido algo inadecuado en la
boca, se le puede pedir que saque el objeto y, además, que se lave la boca con
algún antiséptico. En situación de aula, si un niño presenta una conducta
disruptiva de lanzamientos de objetos deberá, después de haber recogido los
mismos, ordenar la clase según criterio del maestro. La idea general es que el
coste del acto disruptivo vaya más allá de la simple reposición del daño hecho.
5-Moldeamiento e
imitación:
La conducta que no se
da nunca no puede ser reforzada y, por consiguiente, no puede aumentarse por
medio del reforzamiento. El Modelado consiste en presentar una conducta que se
ha de imitar con el propósito de enseñar y provocar esa conducta en otra
persona. El procedimiento implica el reforzar aproximaciones cada vez más
cercanas a la respuesta objetivo. Al principio puede reforzarse prácticamente
cualquier respuesta parecida a la deseada para progresivamente ir sólo
reforzando las que constituyen el objetivo final. Estas técnicas se han
utilizado con cierto éxito en población con discapacidad mental y autistas.
Con estas técnicas
podemos propiciar también, el aprendizaje de una nueva secuencia de conductas a
partir de la imitación de un modelo.
6-Extinción:
Se trata del método
operante más utilizado para disminuir la conducta. Consiste en disminuir la
probabilidad de una respuesta reforzada dejándola de reforzar. En primer lugar
deberemos determinar qué es lo que está reforzando la conducta objetivo (la que
queremos eliminar, rabietas, desobediencia, etc...) y seguidamente eliminar ese
reforzamiento. Si dejamos de prestar atención (refuerzo) a una conducta
disruptiva (rabietas, llantos...) es probable que disminuyamos la frecuencia e
intensidad de la misma (ver técnica del "tiempo fuera"). En muchas
ocasiones nos encontramos con conductas realmente extrañas que se mantienen
debido a que consiguen captar la atención de los demás y resultan extraordinariamente
reforzantes para el individuo que las realiza. Esto puede ser especialmente
notorio en niños que presentan discapacidades cognitivas de lenguaje o
comunicación que les lleva a desarrollar sistemas inadecuados y alternativos de
de interacción con los demás que se ven reforzados por la atención que se les
presta.